De ser una profesión envidiada a convertirse en una profesión de elevado riesgo.
Este es el resultado de un cambio espectacular de apreciación por parte de la sociedad en general hacia los trabajadores del sector bancario. Las deficientes
políticas de comercialización de productos complejos que han generado pérdida
de los ahorros de muchos clientes particulares, las campañas contra los
desahucios, contra las cláusulas suelo y contra los gastos hipotecarios, han elevado la tensión en la relación con la clientela. En
estas circunstancias, la presión de los responsables comerciales de los bancos
para aumentar la colocación de productos parafinancieros, unido al papel de los
espías externos hacen que la profesión bancaria se desarrolle al filo de la navaja.
Presión en la venta
Desde que el tradicional negocio bancario se fue al traste por el pinchazo
inmobiliario y por la caída de los márgenes, las entidades han adoptado
actitudes proactivas en la venta. Este es simple y llanamente que están
dirigiendo sus esfuerzos en captar clientes más allá del espacio físico de la
oficina. Las llamadas telefónicas, las salidas comerciales, cualquier invento
para lograr atraer clientes a los que vender la campaña de turno, ya sea un
seguro (dental, de vida, de automóvil, de deceso, de cualquier cosa que deje
una prima), ya sea un teléfono móvil, una tele curva y una túrmix. Todo esto
sin dejar de lado productos financieros un tanto más complejos con el reclamo
de mayores rentabilidades.
Cuidado con los espías
Recientemente la CNMV realizó 450 visitas de “mystery shopping”, esto es,
especie de aparentes clientes que no son nada más que espías de nuestra
actividad comercial. En el comunicado oficial de la CNMV ésta alerta los
clientes minoristas deben ser “adecuadamente informados” y que la información
ha de resultar “clara y no engañosa”. También señala que algunas entidades
ofrecen “insuficiente información verbal” respecto a las comisiones, los costes
y los gastos aplicables a los instrumentos ofertados.
Entre la espada y la pared
Desgraciadamente el trabajador de la red de oficina, el que está a pie de
calle, y en contacto directo con el cliente, ha pasado de estar en una sólida
posición de confianza ganada a pulso ante los clientes, a estar cuestionado
constantemente: o por clientes, que están convencidos de que les van a engañar;
o por clientes que vienen alterados a reclamar, convencidos de que les han
engañado; o por clientes que resultan espías; o por los superiores, que están
convencidos de que no se es suficientemente comercial porque los objetivos no
se cumplen; o por la autoridad europea, que no para de exigir preparación cada
vez más intensa para hacer la faena que se ha hecho toda la vida.
Desde UGT tenemos claro que cualquier acción que se tome en la defensa del
consumidor es necesaria, y debe abordarse con seriedad. Es cierto que ha habido
abusos, eso es innegable. Pero de ahí a aceptar que todo es abuso en nuestro
sector hay mucho trecho. Y mucho menos podemos aceptar que los trabajadores
seamos responsables de las políticas comerciales diseñadas por las altas
direcciones. Son éstos quienes deben asumir su responsabilidad no los
trabajadores.
(Excelente artículo de nuestros compañeros de UGT en CaixaBank)
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